carmen vascones

El retrato nunca alcanzará más realismo como  cuando es fotografiado hacia sí mismo. En ese realismo se encuentra dibujado el  sentimiento de los chicos de la Fundación Contra el Cáncer,  que tras haber realizado talleres con los fotógrafos Diego Pallero y Jenny Navarro cogieron la cámara sin ningún recelo y se retrataron con  la vida y las complicaciones que les ha tocado experimentar.Este trabajo  se puede observar en el Centro de Promoción Artística. Se trata de  una nueva galería en medio del Parque del Ejido.

Ahí un padre abraza a un hijo en un llanto que se mezcla con oraciones al creador. Saben que cada cita con los tratamientos les dará esperanza de vida pero también aparecerán nuevas dudas.

Otra imagen muestra a una chica que sonríe frente a la indiscreta cámara, pero su cabeza está cubierta por un pañuelo. Esta pérdida de cabello se ha convertido en símbolo de lucha de estos chicos cuyas edades van desde los 14 hasta los 21 años.

Todo surgió de la idea de Diego Pallero y  Jenny Navarro, quienes tras brindar un taller a estos  jóvenes, pudieron interpretar su realidad con instrumentos creativos como la fotografía. Se dictaron conceptos básicos de fotografía y   salidas de campo, que culminaron en esta exposición.

En la muestra se percibe que los momentos más sencillos y aparentemente superficiales cobran importancia entre los exponentes. Así, un insecto que se posa encima de una rosa tiene un gran  valor para sus ojos. Otro cuadro emotivo es la inyección que recibe el brazo de un chico en su normal tratamiento de la enfermedad. El tatuaje del brazo y el título de la fotografía llamada “la fuerza de un guerrero”, llenan de emotividad al discurso.

También en una propuesta  más de instalación, los chicos hicieron un ejercicio terapéutico con la imagen. El ejercicio consistió en escribir en  papel todos aquellos sentimientos que al paciente no le permiten estar bien. Luego es estrujarlo, sumergirlo en un vaso de cristal y congelarlo. El trabajo debe ser retratado como una actividad simbólica, que representa congelar todos esos conflictos. La idea surgió del oncólogo español y también fotógrafo Carlos Canal. En otro lado, una niña juega en el columpio deteriorado de un parque de la ciudad. El instante y el segundo nuevamente manifiestan que en la cotidianidad se encuentran los momentos más inolvidables.

Andrés Lienes es hermano de David, quien padece la enfermedad. Él cuenta que  con el taller   nació un apego, y se formó un grupo fuerte. “A  la gente no le gusta que se les vea en el hospital o decaídos, pero hubo mucha apertura”, cuenta Andrés, quien se aproximaba a la gente para hacerse amigo y luego solicitarle una fotografía. Andrés pudo haber realizado más imágenes de su hermano entrando a una operación, pero el curso  había terminado.

“Cuando se les detecta cáncer a los chicos,  o se asilan o siguen luchando, pero solos. Con este taller empezaron a conversar con más gente y se apoyaron mutuamente con consejos”, finaliza Andrés.

Por otro lado, Luis Garzón ha decidido retomar  sus estudios  suspendidos   por la enfermedad.  Ahora los hará pero en    fotografía, y la cámara será  su genuino instrumento de expresión.

Por Esteban Fuertes