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Martes 22 de febrero del 2011 Arte y cultura. DIARIO EL UNIVERSO Hace una década falleció la poetisa Ileana Espinel febrero 22, 2011

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Martes 22 de febrero del 2011 Arte y cultura. DIARIO EL UNIVERSO

Hace una década falleció la poetisa Ileana Espinel

 

   La fallecida escritora ecuatoriana Ileana Espinel Cedeño también se destacó en el ámbito periodístico.

La fallecida escritora ecuatoriana Ileana Espinel Cedeño también se destacó en el ámbito periodístico.

Los que conocieron a Ileana Espinel Cedeño, quien murió hace una década –el 21 de febrero del 2001–, la describieron como una mujer soñadora, existencialista, valiosa, fuerte y con una ironía inteligente en sus composiciones líricas.

Ella, Ileana, “de la mano de la poesía se convirtió en una de las principales figuras literarias de nuestro país, en el que conquistó espacios culturales y de opinión en una época muy dura para su género”, coincidió en reiteradas ocasiones gente vinculada con la literatura.

A los 23 años se la nombró miembro de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, cuando solo eran parte de ella hombres con canas y trayectoria literaria. Colaboradora de diarios y revistas a nivel nacional e internacional, su periodismo cultural se caracterizó por ser idóneo, suscitador y destinado a la integración de la cultura universal.

Fue redactora de este rotativo y de diarios como El Telégrafo y La Nación, así como las revistas Nivel y Poesía, de México y Venezuela, respectivamente, en los cuales durante su gestión buscó ampliar los espacios para la difusión cultural y apoyo para los artistas ecuatorianos.

Su extensa bibliografía incluyó Piezas líricas, La estatua luminosa, Poemas escogidos, Triángulo, Arpa salobre, Antología ecuatoriana, Generación huracanada, Diríase que canto, Tan solo 13, Poemas de Ileana Espinel Cedeño y Solo la isla. Sus poemas fueron traducidos al inglés por Helen Wolh Paterson, al portugués por Ilka Sanches, al francés por Henri de Lescoet y Marcel Hennard, al italiano por Gino Rovida y Vicenso Josía y al griego por Olga Papastamou.

También integró la generación que incluye a valores como Fernando Cazón Vera, David Ledesma, Alfonso Barrera, Francisco Pérez Febres-Cordero e Ignacio Carvallo.

Su nombre y obra constan en importantes antologías realizadas en el país y el exterior; ofreció recitales en diferentes ciudades de América y, asimismo, conferencias magistrales en torno a temas de la literatura universal.

Fundadora (en 1954) del Club 7, una agrupación de siete jóvenes poetas, fue además concejala principal del cantón Guayaquil (1967-1970), miembro de la Casa de la Cultura del Guayas, Ateneo Ecuatoriano de Quito, Círculo de Periodistas del Guayas, entre otras instituciones.

Recibió la condecoración Al Mérito Cultural de Primera Clase por parte del Ministerio de Educación y Al Mérito Literario del Municipio porteño.

Nació el 31 de octubre de 1931 en el hogar formado por Jorge Espinel Barreiro y Bertha Cedeño de Espinel, fallecidos. Fueron sus hermanos Raquel (+) y Gonzalo Espinel Cedeño, y sus primos los Hidalgo Andrade, Mármol Espinel, Cedeño Cedeño, Cedeño Espinoza y Del Pozo Serrano.

Sonia Manzano, otra poetisa, la define precisamente como una mujer con una ironía inteligente a la hora de componer, y como una “existencialista cerebral” preocupada por una incesante difusión de la cultura.

POESÍA DE ILEANA ESPINEL

ILEANA ESPINEL
(Guayaquil, 1933)

BALANCE MORTAL

Alma y carne gimiendo
un féretro esperando
a veces sin almuerzo otras veces sin cena
para honor de la glándula que engorda mi osamenta
tres litros diarios de agua de boldo para el mal
que detiene mis pasos
que siembra mi antológica mi suave piel nevada
de verdes rosas lívidas
la nostalgia, la tonta azul negra divina
dejando con orgullo sus bellas posaderas
sobre un tatarabuelo canapé de tres patas
los diez años que hielan los huesos de mi padre
fugándose en un tiempo de atrofiados murciélagos
la dulce y pura santa que me parió temblando
abrazada a su Cristo diminuto de palo
esta grave y sardónica y despiadada ráfaga
que se hunde aquí que a veces
piruetea y sonríe
desdeñando su vuelo de grises aves muertas
las voces incoloras de la calle sonando
el espejo del mar reflejando la angustia
exhausta
sin remedios sin médicos sin dioses
mil siglos bostezando
y en un cajón de cartas insípidas o líricas
un rizo de Oscar Wilde peinándose mi olvido.
El corazón no tiembla
el cerebro sin lámparas
se puebla de infinitas defunciones ambiguas.

La vida no
ni el odio
ni el amor
ni las gentes
sólo mi sola sombra
las rosas putrefactas
los puñales del viento
las tricomonas ávidas el tiempo aborrecible la nada
desangrándose

y todo tan completo
tan humano
tan simple
como la luz el pus y las carcomas.

(De Triángulo)

UN BALANCE DE COSAS ADORABLES

La Poesía -su vuelo, sus raíces-
el universo del Amor que crea.
La democracia. Dios. La madre. Un niño.
El mar indetenible y desterrado.
Tus ojos pardos, tus dorados brazos,
el fulgor de tu estatua,
mi desvestido corazón amándolos.
César Vallejo -el hondo, el desolado-
sangrándome, sangrándome, sangrándome.

Infinidad de cosas que adoro -que adorables
mido en silencio- como
leer un libro puro -puro de fiel belleza-,
oír en mis pestañas el leve son del viento,
ver caer lentamente la lluvia recordando
tiempos idos -perdidos- vividos en la sangre,
escribirte una carta profundamente tierna,
fumar un cigarrillo, suspirar añorándote.

Cosas, seres, ensueños adorables que adoro
como las nueve letras de mi puerto cálido,
Dostoiewski, Oscar Wilde, Peter Tchaikowsky, Whitman,
Mozart, Rodin, Beethoven, Goya,
la libertad, la libertad, la libertad sagrada,
el espíritu, las cumbres, las mesetas
de mi Ecuador febril y sus milagros,
Medardo Angel Silva y su lira de estrellas
soñando aún fulgores, hasta siempre cantando,
los poemas de Emily Dickinson, Delmira,
Miguel Angel Osorio -azul Porfírio oceánico-,
el tiempo rosacruz, Charlot, Sophia Loren,
las flores, Baudelaire, Rimbaud, Sapho,
el evangelio de San Juan, el puñal de Alfonsina
y la lumbre de Fausto entre las sienes.

Seres puros, rebeldes, desnudamente humanos:
Simón Bolívar liberando pueblos,
Don Alonso Quijano en la quimera,
Jesús -el alma de la Luz- reinando,
posiblemente yo si tú me amaras.
(De La estatua lumiuosa)

VISIÓN DEL SUBURBIO

Las piedras enlunadas y grises del Suburbio
son hermosas con una hermosura de pena.
Pero allí no hay glamur. Ni bulevares sucios.
Ni calles pretensiosas de conocer sus nombres.
Hay vías proletarias por donde va, sonámbula
y perenne, la vida…

Ayer vi el corazón de las grutas desiertas.
Vi ropas que no cubren ni la sombra de un sexo,
colgando de zapatos y de cordeles negros;
la faz acanelada de un muchacho desnudo
durmiendo bajo el lauro de nieve de su pecho.
(Nuevo Adán suburbano masticando en la luna
pan de arena y de nada).
Vi casuchas enfermas como el amor más alto,
y ventanas inútiles como sangre en los muertos;
mujeres y hombres viejos graduados en la ciencia
de ironizar lo ajeno:
la flor del trigo verde,
el agua pensativa,
el agua hecha de oxígeno e hidrógeno
y la hecha del recuerdo…

Y, de repente, un grito galvanizó mi éxtasis:
un ebrio vomitaba un ¡Viva! al Presidente…
Pero las piedras, suburbanamente,
se rieron de pena.
Y el aire se reía más que ellas.

(De Piezas líricas)

LA UNIVERSAL ESCORIA

«Soy la mierda» repiten
la voz y el eco de la voz
del orbe que dilata su pestilente gloria.

Aquí también la hez de mis relojes:
la fecal depresión de una fe que se extingue,
de un amor que no cabe en mi abandono.

Compréndeme, oh Tú,
conservador de ese antro que es el mundo
dónde sólo el dinero siembra y siega.
Asume este cansancio que navega en mis venas
con un final desprecio tan puro como el llanto.

Nada quiero saber de cuanto amaba,
de quien logró mi fe como «amigo» o emblema
por quien alcé mi lucha como un titán cegado.

Toma en cambio esta luz abrasadora:
mi sola fe en la mierda de tus días,
¡mi demonio orgulloso de sentir que Estoy Sola!

(De Tan solo 13)

VALIUM 10

Con una Valium 10 puedes cambiarte
lo negro en blanco v lo real en mito,
y pisarte el pretérito infinito
sin un paso que deba torturarte.

Con una Valium 10 tu ser podría
ilusionar al ángel de la angustia
y convertir esa sonrisa mustia
en cascabel de pánica alegría.

Con una Valium 10, tan sólo una…
Y lanzarte en cohete hacia la luna
tras una noche insomne como ésta.

¡Ah, pequeña pastilla milagrosa
que levantas mis nervios de su fosa
con un responso de dopada fiesta!

(De Tan solo 13)

DISLATE CON PASTILLAS

Pertranquil
Esencial
Pankreoflat
Flaminón
Peridez
Baralgina
Tioctán
Persantín
Buscopax
Irgapirina
mosaico adocenado
del templo drogadicto
que oficia diariamente
en mis entrañas
(todo para que el hígado
el insomnio los nervios
el músculo cardíaco
los dedos que hormiguean
retrasen los relojes
que marcan sin remedio
el infallable paso vencedor de la muerte).

ESCARAS

Porque ya eres lo único que gravita en mis días
sangro por tu dolor hora tras hora.
Yo que sufrí desmedro cuando un niño moría
o una flor era rota de su tallo
que padecí en Viet-Nam y en Hiroshima
que acrecenté el despojo de todo cuanto amara
así enferma o insomne tantas veces
bregando con fantasmas interiores
poblando de sonatas y versículos
mi lenta soledad irremediable
cómo no desangrarme piel adentro
con tu llagada imagen que te asemeja a Cristo
mujer inmácula
madre de mis años
cuyos labios resecos
a veces le sonríen a mis lágrimas.

PAISAJE

Afuera,
un carnicero espía de rodillas
la mueca azul del diablo.
El vientre es un tranvía de puñales.
La calle: un sombrío y anarquista
puente de lágrimas.
Adentro,
la tos ferina.
Y yo que clamo.

POR RODOLFO PEREZ PIMENTEL: ILEANA ESPINEL CEDEÑO
POETA.- Nació en Guayaquil el 31 de Octubre de 1933. Hija legítima de Jorge Espinel Barreiro, natural de Rocafuerte, empleado en la Aduana y luego propietario de una botica,

quien falleció prematuramente en 1945 y de la Prof. Bertha Cedeño Chica, de Bahía de Caráquez (Ver Biografía de Gonzalo Espinel Cedeño, en la Pág.

130 del Tomo X de este Diccionario).

Creció alegre y feliz pero muy enfermiza y estudió parte de la primaria en la escuela anexa «Gabriela Mistral» ubicada frente a su hogar en Quito y Vélez,

donde su maestra Aurora Crespo le enseñó a leer; cambiándose en el cuarto grado a la Escuela Fiscal No. 20 «José Herboso» y fue alumna de Carmencita Wither Navarro.

De siete años enfermó de difteria, de nueve de bronconeumonía y por eso su papá la mimaba mucho y regalaba hermosísimas muñecas europeas,

pero ella prefería los libros de cuentos con calcomanías, que leía con fruición, sintiéndose también profesora junto al escritorio de su madre.

A los diez años escribía versitos y hojeaba los libros didácticos que encontraba, pues la imitaba en todo y hasta hacía como ella cuando corregía las tesis.

De trece años sufrió el dolor de perder a su padre. Luego escribiría: «»Bajo el nocturno gris de tu recuerdo, padre, / quiero decirte la honda e irremediable angustia /

de este espíritu que es ave, constelación, sollozo /y floración divina deshojada en un árbol…..»//

En 1944 inició la secundaria en el Colegio salesiano «María Auxiliadora», durante el segundo Curso fue motivada a la literatura por el Padre Cayetano Tarruel y la madre Isabel

Herráez y como había la exoneración final para los mejores alumnos en cada materia, de allí en adelante jamás rindió esa prueba en Historia, Filosofía y Literatura,

aunque pasaba arrastrándose en Matemáticas y en Inglés. (1).

En 1950 se graduó de Bachiller y empezó a estudiar en la Escuela de Periodismo; mas, al año y medio, tuvo que salir por unos cólicos provocados por cálculos al hígado.

En 1953 halló entre los libros de su casa un ejemplar desmadejado y roto del célebre poemario «Como el Incienso”, de Aurora Estrada y Ayala, con dedicatoria a su madre,

«Me emocionó y pregunté por la autora. Mi madre la llamó por teléfono y a la tarde siguiente me presenté en el jardín de su villa con mi Cuadernillo de poemas.

Ella lo leyó con mucho detenimiento y dirigiéndose a su hijo Alsino, que entraba de la calle en esos momentos, le dijo, emocionada -ha retoñado mi flor, me siento revivida,

luego me felicitó y poco después escribió un elogioso artículo que se publicó en el diario “El Universo” comentando mis poemas «Tú sabes» y «Te Quiero”

que fueron los que más le agradaron, de ésa, mi primera producción».

//»Madre mía, tú sabes que cuando uno está enfermo todo se dificulta: / Hacer, pensar, reír y amar. / Tú sabes muy bien que cuando uno está enfermo /

todo se hace insufrible: /el ruido de la máquina. El chirriar de la puerta. Y la voz…”//

«También me recomendó que concurriera al local de la Casa de la Cultura, donde el Secretario Adalberto Ortiz me presentó al Corrector de pruebas

Gastón Hidalgo Ortega, quien me introdujo a un grupo de poetas jóvenes fundado por David Ledesma y compuesto por él y por Carlos

(1) Siempre fue la mejor alumna del Colegio en Literatura, por eso le encargaban las poesías que anualmente se recitaban en honor a la Madre Directora.

También son de esa época algunos de sus sonetos históricos.
Benavides Vega que acababan de retornar de Quito, Sergio Román Armendáriz que estudiaba Leyes, Carlos Abadíe Silva y Miguel Donoso Pareja.

Desde entonces nos hicimos íntimos, casi hermanos, en Noviembre comenzamos a reunimos en mi casa ubicada en Luque y Antepara, éramos

inseparables amigos, nos bautizaron como CLUB SIETE, en honor a nosotros mismos».

«Pronto empezamos a brindar recitales en las radios El Telégrafo , América, El Mundo y Atalaya y nuestras producciones salieron en una página de

El Universo con datos biográficos y críticos y una fotografía de cada uno, de suerte que nos hicimos conocer, pero comenzaron las deserciones.

Donoso Pareja se retiró por machismo y Abadíe viajó a New York donde aún debe residir si no ha muerto. El 54 el Núcleo del Guayas editó una antología,

obra en colaboración, selección personal del Grupo, titulada Club Siete, en 96 páginas con poemas de los cinco que habíamos quedado, solo salieron

500 ejemplares y el libro es de difícil consulta.

Ileana era una jovencita muy inteligente, activa y de gran personalidad. Su pelo negro y largo, que caía sobre su espalda, la hacía simpática y natural

y su contextura llenita, rostro blanco, agradablemente hermoso, y su gran locuacidad, la convirtieron inmediatamente en la musa del grupo.

Hidalgo Ortega la cortejó, Ledesma declaró que si alguna vez se casaba lo haría con Ileana, a quien admiraba y quería.

Mientras tanto su voz «iba adquiriendo forma y tono entre adensamientos y juegos irónicos vanguardistas, como el del Dislate Octavo o

El Practicismo y desde esos comienzos, manejó con gran dominio el soneto».

Vivía ensimismada en la poesía, leyendo y brindando recitales económicamente poco rentables, pero nada más le importaba que admirar a

Vallejo y a Neruda y como por entonces le salió un rico pretendiente de profesión comerciante, su familia quizo que lo aceptara, originándose

en ella una lógica reacción, plasmada en su verso «El Practicismo», que dice así: //»El practicismo práctico sugiere que me case / con un buen comerciante, /

porque así dejaré de recibir auspicios / y de dar recitales… // El practicismo práctico alega que no puedo /vivir solo de versos; /

que necesario es pasar donosamente /y digerir manjares / y no frijoles secos… // Mi madre de mi alma / está de acuerdo en esto, / Y lo mismo mi abuela, /

mi tía, / mi cuñado, / mis dos lindos hermanos / y todos los amigos de mi querida gente … // De la raíz más honda del practicismo, brota: /

«Ileana, un comerciante!… / Un comerciante, Ileana!» // Pero Ileana, / la tonta, / la lírica, / la loca, / se casa / -si se casa- / con un poeta pobre. //

Hernan Rodríguez Castelo agrega qué de Vallejo, el hondo, el desolado, Ileana desnudó su verso de palabras alígeras, al tiempo que enriquecía sus

registros, crecía en intensidad emocional, reducida a menudo en formas muy sutiles o a los límites austeros del soneto.

José Ayala Cabanilla anotó que lo curioso es que no solo Ileana cultivaba el verso sino también la poesía; es decir, que era una mujer de canto,

pensamiento y opinión, una personalidad completa.

“En 1951 durante un recital radial en «El Telégrafo» David Ledesma y yo dedicamos un par de poemas a protestar por la condena a muerte de

los esposos Rosemberg acusados de espías en los Estados Unidos, pues nos horrorizaba el macartismo y la silla eléctrica.

Mi Elegía por los mártires terminaba así Maldito seas Eisemhower y el de David… Daré de patadas a Dios en una esquina.

María Piedad Castillo de Leví llamó por teléfono a quejarse y hasta pidió que se interrumpiere el programa, pero como nosotros

habíamos pagado el espacio anticipadamente, el Director de la radio Héctor Alejandro Lamas se excuso de hacerlo y pudimos finalizar en paz”.

Después nos enteramos que lo habían multado y cuando fuimos temerosamente a cobrar a las firmas comerciales auspiciantes,

pensando que también estarían disgustadas con nosotros, encontramos con sorpresa que nos pagaban sin chistar, simplemente

porque no acostumbraban escuchar la audición. Desde entonces pienso que entre el intelectual y el resto de la población

hay un vacío cultural muy grande que los mantiene separados.

En 1957, merced al apoyo recibido del Dr. Antonio Parra Velasco, Rector de la Universidad de Guayaquil, salió en dicha editorial,

«Piezas Líricas» -el libro que más quiero- . La edición de 1.500 ejemplares me fue obsequiada y como vendí a S/. 50 cada ejemplar,

fue mi gran ayuda. Era la primera vez que ganaba dinero en grande con mi poesía. El Dr. César Andrade y Cordero me ayudó a

distribuirlo en el exterior, poniéndome en contacto con muchísimos escritores del mundo.

En 1959 apareció «La estatua luminosa».

«Es una visión extensa de todos mis modos poéticos», selección efectuada por las directoras de la revista-libro «Lírica-Hispana»

de Caracas, Conie Lobell y Jan Aristeguieta”; pero solo dispuso de trescientos ejemplares, pues los mil restantes circularon

directamente desde Caracas por toda hispanoamérica.

Ese año ingresó de correctora de pruebas a la Editorial del Núcleo del Guayas de la C.C.E. con S/. 700 mensuales

y fue traducida al inglés por Helen Wolh Paterson, critica y literata norteamericana, directora del Programa «La Voz de América» de Washington,

y al francés por los poetas Marcel Hennart conocido hispanófilo de París y Henri Lescoet, autor de la obra bilingüe

«Veintisiete poetas hispanoamericanos»; además Lescoet escribió el 64 un poema inspirado en Ileana y dedicado gentilmente a ella.

Otros traductores suyos han sido la brasilera IIka Sánchez al portugués y los italianos Gino Rovida, director

de «El Giornale di poeta latini» en Roma, y Vincennzo Josía.

En 1960 figuró en «Triángulo» con David Ledesma Vásquez y Sergio Román Armendáriz. La parte de Ileana llamó «Diríase que canto»,

«con nuevas durezas y lágrimas de angustia y dolor palabras ominosas o sórdidas pautan desarrollos de solares sardónicos». La de Ledesma

«Los días Sucios» y la de Román «Arte de amar», y obtuvo la Medalla al Mérito Literario de la Municipalidad de Guayaquil a petición expresa de nuestra Universidad.

El 30 de Marzo del 61 se autoeliminó Ledesma, impresión de la que no pudo escapar por muchos años Ileana, su mejor amiga. Por esos días

desempeñó la Secretaría de la Editorial de la Casa de la Cultura y de la Revista «Semana» cuya página literaria comenzó a dirigir.

Allí comentaba, hacía crítica bibliográfica y seleccionaba producciones poéticas.

Entre el 63 y el 67 dirigió la sección de una página completa denominada «Los Hechos y la Cultura del Ecuador» en la Gaceta mexicana «Nivel».

Igualmente representó a nuestro país en la revista cultural bilingüe «Cuervo Internacional» de Hollywood, California y en la «Revista de

Economía Latinoamericana» de Caracas.

Un sábado cualquiera de 1965 le sucedió el siguiente acontecimiento que por absurdo bien vale referir como anécdota literaria. Resulta que su amigo

el poeta César Dávila Andrade le llevó a golpe de siete de la mañana un sereno, con el afamado trío mexicano «Los Panchos», que no se sabe dónde

e los habría conseguido, porque aunque estaban de paso por Guayaquil no acostumbraban realizar esa clase de trabajitos.

Los Panchos cantaron «Si amarte es pecado» y otras canciones más. Al final Dávila subió al departamento de la familia Espinel y muy

ceremoniosamente le solicitó a doña Bertha la mano de su hija Ileana. Ella, con mucha gracia, le siguió la cuerda recordándole que era casado,

pero el poeta respondió que eso no tenía la menor importancia y dirigiéndose a Ileana agregó «Dígame que me acepta y me voy inmediatamente a divorciar».

Tal salida ocasionó la hilaridad de los presentes, sobretodo de Ileana, que consideraba mucho a su genial admirador y colega. Finalmente el asunto

fue tomado a la broma y terminó con una taza de café bien cargado, que disipó los arrebatos románticos-matinales del célebre Fakir.

Entre el 65 y el 66 presidió la Sección de Literatura del Núcleo del Guayas por elección de la Asamblea y el Dr. Pascual Venegas Fajardo,

director de la revista «Poesía de Venezuela» editó en Caracas su poemario «Arpa salobre» con poemas no necesariamente inspirados

en David Ledesma, sino en la nostalgia, la desolación y la muerte. Allí aparecieron varias piezas antológicas tales como su

«Soneto del Imposible olvido», el «Soneto que interroga» y «La Elegía inmutable». Rodríguez Castelo ha dicho que una vez más,

el soneto es dique para esa amarga resaca.

El 66 publicó en El Universo un artículo titulado «José María Egas laurel angélico» refutando cierto juicio crítico del

Padre Aurelio Espinosa Pólit, S. J., sobre la poesía erótica-lírica de Egas; pero le salió al paso el padre Jorge Chacón, S. J.

en el mismo suplemento, reiterando que Egas era realmente un poeta místico, confundiendo misticismo con religiosidad que es algo muy diferente.

Entonces sucedió que desde Cuenca entró a la palestra G. Humberto Mata con «Revisión de José María Egas a propósito de un

comentario de Ileana Espinel y la refutación del sacerdote Jorge Chacón, S. J. Ileana, por supuesto, dejó en claro que a lo largo de

la historia, los grandes poetas siempre han sido heterodoxos.

Ese año pasó a ocupar la dirección de la Editorial del Núcleo del Guayas de la CCE con S/. 2.000 mensuales de sueldo, e ingresó a «Cultura y Fraternidad».

A fines del 66 le fue propuesta la candidatura para una concejalía por el Movimiento Velasquista, integrando la Lista B que terció en las elecciones;

salió electa por un período de cuatro años y le correspondió trabajar durante las alcaldías de Asaad Bucaram y

Francisco Huerta Montalvo presidiendo las comisiones de Cultura y Bellas Artes y Parques y Alamedas. Igualmente,

el Patronato Municipal de Bellas Artes y su sección de Poesía, pero el 70 fue defenestrada por la dictadura velasquista.

«Página suelta»: // Erguida desde siempre / sobre una infancia rota que me niega / toda capacidad para salvarme, /

estoy salvada empero / por esa luz distinta en la que irradio. // Bien sé que la nostalgia me limita / con el destierro anímico del júbilo,

/ pero cuan jubilosa es la tormenta / cruzada por relámpagos de abismo… // Estoy sobreviviendo / a tu fiel insistencia en no entenderme /

y a mi fiel insistencia de mirarme / en este espejo de humildad soberbia. // Tal vez ignore el bien que no me inmuta / su caída luzbélica si en ella /

se va toda la Muerte con su siembra, / se va toda la Vida por su sangre.. . // Yo que adoraba el sol de tu pureza / y el vuelo de tu alma que has trocado, /

como Lázaro surjo de las ruinas / ¡Tras tu irredente luz tan diferente!//.

Desde el 67 fue columnista en el diario El Universo y fundó la sección «Meridiano de la Cultura».

El 69 apareció su poemario «Diríase que canto» en el Núcleo del Guayas, con prólogo de Alejandro Carrión. Selección de sus mejores poemas anteriores y

otros inéditos, entre éstos últimos, el que dio nombre al poemario. «La poetisa nos sorprende con acordes de una nueva religiosidad,

nueva luz y renovado brío interior alumbran los poemas. Hay apertura a lo ético y lo social, pero se vuelve a recalcar en turbias bahías de tristeza,

fracaso, hastío y ocurren el tema de la salvación y el de balances-elípticos, intensos, desolados, que arrancan desde una infancia rota.

El 70 pasó muy enferma con molestias al hígado y a las amígdalas y se retiró de toda actividad por dos años. Dejó, pues, el periódico

y la Editorial del Núcleo, se recluyó.

El 72 regresó a la vida con un parvo poemario, producto de esos dos años de retiro, titulado «Tan solo Trece», nombre dado justamente

por el número de esas composiciones que anotan características de serena belleza, de ironía impecable, de iracundia y sangrante soledad en

versificación libre y existencialista, pues había atravezado una etapa de agudo nihilismo frente al mundo y a la sociedad, originada en la muerte

de algunos seres muy queridos, como David Ledesma, Aurora Estrada de Ramírez.

De «Tan solo Trece» se ha dicho que «constituye un libro de extraordinario dominio formal, que tiene altura conceptual, madurez en la técnica del ritmo y

elegante estructura del idioma, con una temática apasionada, violenta y cruel, musicalizada por la dulzura del verso, «donde la relación con Dios es fuerte,

casi brutal, la visión del mundo amarga y desolada, la denuncia y protesta social vehementes.

El 78 editó «La corriente alterna» en San José de Costa Rica, donde junto a la insistencia en motivos que son una constante en su lírica, los dislates,

la desolación, se multiplican piezas de asunto social (humor sardónico y reconcentrado desdén).

El 79 salieron sus «Poemas escogidos» en el No. 77 de la Colección «Letras del Ecuador» del Núcleo del Guayas, recopilación muy sobria

de Rafael Díaz Icaza, tomada de los libros anteriores, con inclusión de unos pocos poemas nuevos.

“Soneto al Astronauta». Para Germán Pardo García. // Potro que vuelas, colosal pegaso, subes y subes con tu fe en el anca, /

mientras fallece una paloma blanca / y no hay vino en las uvas ni en el vaso. // Aureolada de cósmico fracaso, /

potro que vuelas: ten mi mano franca; / a ver si tu galope me la arranca / para no aplaudir la gloria de tu paso. //

Es bello ese trotar sobre las nubes; / pero mientras, ufano, subes, subes / e inviertes al hacerlo una fortuna, /

millares de terrícolas hambrientos / encienden su alarido por los vientos, / ¡y tú… empeñado en conquistar la Luna!.

De allí en adelante comenzó a decaer la salud de su madre. Ileana tomó a cargo las labores domésticas y se fue

convirtiendo con el paso de los meses en enfermera a tiempo completo de ella, con una abnegación verdaderamente admirable.

Fueron años de continuos sacrificios y religiosidad interior, pues aceptó su misión hasta con alegría, por venir de Dios.

Para entonces vivían en un departamento de cemento en la Avenida Olmedo y Eloy Alfaro, casa de Carlos Juez.

Después pasaron a una casa de su hermano Gonzalo ubicada en la Ciudadela Ferroviaria,

que ocuparon hasta el fallecimiento de doña Bertha en 1985.

Ileana quedó muy aturdida y se cambió a Huancavilca y la Décima, donde se reencontró a través de los libros y la música.

El Universo la llamó nuevamente a sus filas, para que escribiera bisemanalmente sobre asuntos relacionados con la mujer y la cultura.

Desde Septiembre de 1988 trabajó a medio tiempo en el Instituto Nacional del Niño y la Familia INFA de Coordinadora de

Comunicaciones y Relaciones Públicas. La Editorial Orígenes de Madrid publicó un volumen en homenaje a la mujer

iberoamericana titulado «Mujer y Cultura en el Mundo Hispano y la seleccionó para el Capítulo de la Poesía con ocho poemas,

junto a la uruguaya Concepción Silva Belizón y a la venezolana Luz Machado.

También el 88 fue miembro de Jurado del I Concurso Nacional de Poesía Joven del Ecuador organizado por el Núcleo del

Guayas en homenaje a la memoria de Zaida Letty Castillo de Saavedra a) Djenana y como apareciera en el Universo su poema

“La Soledad Postrera», cuya lectura conmovió a su hermano, de común acuerdo decidieron unirse a compartir

un departamento en Víctor Manuel Rendón y Rumichaca.

En 1989 recibió la Medalla de Oro al Mérito Cultural de Primera Clase, del Ministerio de Educación del Ecuador,

yle dedicaron un número especial de la Colección «La Rosa de Papel» con selección de varios de sus poemas y prólogo de Miguel Donoso Pareja.

«Dislate Octavo». // Musicalizo los azules giros / porque del lápiz los rosados parten. / Aquí yace un rebaño de suspiros / lanudos y silvestres. /

Cruza un ángel. //Maiacovski no mide mi estatura. / Y Siberia no gana mi combate. / Un canario en el tacho de basura / degenera en cangrejo. /

Cruza un ángel // Empero no regreso. Me limito / a conversar a solas un instante / con la miel derretida. El gorgojito. / Y mi horror al fascismo. / Cruza un ángel. //

«De palabra ágil, personalidad recia y contundente, tenía palabra de suave elegancia magnánima. Su poesía era libera, apasionada,

vital, progresista y novedosa, con humorismo nostalgia; además, era tierna y acongojada, pero todo ello, desmesuradamente».

Su estatura mediana, rostro blanco, pelo negro cano, usaba lentes y desde hace algún tiempo sufría de las tiroides y engrosaba.

Leía, leía mucho, gustaba escuchar buena música, disfrutando de la quietud de su hogar.

En 1997 fue operada de cáncer al tejido que recubre el estómago y no quizo someterse a ningún tratamiento posterior.

El 2000 salieron editados en España algunas de sus producciones pero a finales de año recayó en sus dolencias.

En Enero del 2001 sus amistades la agasajaron en la Escuela Politécnica y la subsecretaría de Educación le otorgó la Medalla al Mérito Cultural de Primera Clase.

Monseñor Luis Alberto Luna Tobar escribió en El Universo:

ILEANA, LEVE Y PROFUNDA

Ileana Espinel, enriquecida por la leve autenticidad de lo puro y avalada por su sentir profundo, llegó siempre con sus

versos a las latitudes más inimaginadas: «Empero no regreso. Me limito / a conversar a solas un instante».

Ella imagina que conversa a solas; ignora, bienaventurada, que somos muchos los que atestiguamos su diálogo, escuchamos

su palabra incansablemente y en el tono original en el que brota del inagotable hontanar de su alma.

Mantener vivo ese tono resulta una exigencia irrenunciable.

La crítica de los tiempos que pasan ha tratado siempre de acercarse al sentido de soledad que Ileana

presenta como característica de su personalidad estética.

Ese «no regreso» y ese «conversar a solas» no es refugio ni ausencia. Es una búsqueda permanente de trascendencia,

en la que la poesía concede levedad a todos los significados, para que no vayan a lo profundo solo por su peso y penetren

en la intimidad por original pureza, por autenticidad. Qué auténtica es Ileana, conversando a solas, con cada palabra con dedicatoria viva,

con cada gesto con destino claro, con todo tono con fuerza predestinada.

Esa es la soledad estética en la que la inspiración poética es ímpetu sagrado que se escapa de la materia conocida para medir su realidad

en la soledad, en la que se encuentra siempre el hombre que es límite con el infinito.

Ileana, tú no desconoces al infinito. Lo sientes en tu ser, en la palabra que alumbras, en el verso que destilas,

en la soledad en la que creas, en la serena plenitud de tus horas de ignotada verdad.
Gracias, Ileana, porque «no regresas»: tú «conversas a solas un instante» con todos los que hemos recibido el predestinado don de tu amistad;

ella, esa amistad y la gracia de tu poesía, son fuerza para los rebeldes a quienes cantas sin miedo con la más auténtica voz de

tu alma fuerte, recia, noble. Hasta aquí el artículo. Falleció poco después rodeada de sus numerosas amigas, repartiendo unas pocas joyas.

Su obra «se viste de una forma elemental pero sobria y magnífica en la cual se avisora un talento poco común, una

predisposición a lo perfecto, con mensaje, significación y fondo estético. La ingeniosa combinación de vocablos y cláusulas dan

lugar a un sardonismo fulgurante dentro de la poética contemporánea, adelantándose a éste tendencia.

Tiene, además, proporción en los tropos». Por todo ello ha sido calificada de «primera de las poetisas serias y consistentes de la última generación,

por haber emprendido una poética nueva con un arte personal que va desde el soneto clásico hasta la estrofa libre de tendencia anarquizante».

«Acaso». // Era un ángel de tierra, el viento iluminado / que me azotaba el lápiz y los años. / Era leve mi blanca soledad sin reproches. /

Y la paz iba en mí / como esta larga cabellera oscura / que acompaña mi sien a todas partes. // Estoy tratando de explicarte ahora /

que por tu vida conocí la muerte. / que esa alta -y fiera- agónica rencilla / batallando en el mar de mi nostalgia /

debe a tu luz sus sombras de torturas. / Que de no haberte conocido, / acaso / no fuera esto que soy: mísera llaga.//

El 2000 apareció en España lo mejor de su producción. Lo último suyo vino a ser la poesía conversacional,

y aunque nunca ha intervenido en Concursos, ha sido por cinco ocasiones miembro del Jurado del

Concurso Nacional de Poesía del Diario El Universo.

Atravezaba un momento de religiosidad y paz interior. «Vivo en un remanso de paz, me motiva la gloria de Dios»,

actitud explicable por su profundo lirismo pues hasta su poesía social ha sido calificada de románticamente social y no de realista.

ESCRITORES INVITADOS A POETICA DE LA MUERTE POR CONARTE, MEXICO-MONTERREY, 2010 febrero 22, 2011

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Hobbiton


Cola de Gallo, Poemas de Álvaro Ruiz, Chile febrero 22, 2011

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Cola de Gallo Poemas

Álvaro Ruiz

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Poema de la gruta


Heme aquí en la gélida gruta

donde el sol es la puerta

que alumbra los primeros escalones

que descienden a este suelo de piedra

donde el primer hombre bendice al último

en la oscuridad que antecede a la luz.

Me alimento de filtraciones y musgos incoloros

y recorro el universo palpando los muros

que llevan a otras situaciones primeras

como el de la mujer deseando subir

los peldaños que llevan al horizonte

curvo de la vida y la recolección.

Yo he querido guarecerme abajo

grabando las primeras escenas del hombre

sobre las rocas de este altar

con tintes de sangre y sacrificios violentos

de hombres que alzaron el vaho

hacia el cielo de una noche sin astros.

De una noche en los oscuros bosques

donde los troncos del alma suben al cielo

mucho antes de que Prometeo nos diese el fuego

que iluminó los rostros y alejó las sombras

de nuestra auténtica superstición que era

un dios oculto y vengador.

Encendí antorchas en cada cueva

y en la original enfermedad de seguir a la mujer

subí a la pradera y depredé a mi alrededor

de todos los metales fabriqué distintos cuchillos

los que utilicé en el degüello de animales

con cuyas pieles me cubrí.

Todo lo restante lo dice el entierro del pasado

voces de otros hombres que vieron el sol

que sumaron, adoraron y murieron

largándose en una barca aritméticamente abstracta

hacia el centro de la memoria

en un régimen axiomático gobernado por las dudas.

Que por antonomasia son exactas

Ya que la regla elude la confirmación

Y el universo que es trastorno continuo

Alumbra indistintamente los dos hemisferios

En la idea de una deducción a la velocidad de la luz

Ausente en los prados inmediatos del color.

Nunca más seremos los mismos.

Al pintor Bruno Tardito

Nunca más seremos los mismos

Que ayer bostezaban bajo los árboles de la vía dolorosa

Boquiabiertos ante el sol que se marchaba a alumbrar el

Oriente de los sueños dorados

Los golpes crueles del destino

Bajo la sombra de un ombú

En el bosque de los encantos

Encantos como el de la flor de lis deshojada por los silfos

O la luz arriba atravesando el follaje oro verde

De las copas vacías de bacanales fiestas y alegrías

Con una carga de delirio original

En el revertido bosque de los espantos

En una tela que es una ventana abierta

A los hechos simbólicos de estar vivos

Con ojos que se abren y se vuelven paisajes

De la tierra que secretamente nos vio nacer

Allá en las antípodas del buen año 1953.

Paul Celan

La leche negra, las calles, el río

En la dolorosa y trastornada ciudad de las luces

De ciegos golpeando contra el suelo

Metálicos bastones de grasa fría

París fue la ribera alcanzada desde la inconsolable orilla del este

Miseria, y vitrinas abarrotadas de porquerías

El aire silba y penetra a los pulmones

Mientras el ojo abierto de los días duerme

Muy cerca de la negra cabellera.

No fuimos capaces de incendiar la casa

A Jorge Teillier

No fuimos capaces de incendiar la casa

Reducirla a cenizas

E irnos a los bosques

Sin miedo

Tarareando viejas canciones irlandesas

Como aquella del marinero borracho

Shanties extraídos de viejos cancioneros celtas

Por los caminos polvorientos del estío

Por alamedas que llevaban a la plaza del pueblo

Donde las muchachas pretendían tu corazón de alondra

Ahora cubierto por un frío bolsillo depositario

De estampas y angelicales medallas protectoras

En un bar en el centro de Santiago

Con la misma canción aquella en el oído

¡Qué vamos a hacer con el marinero borracho!

Cruzando los brazos sobre la mesa de un otoño en la ventana

Con toda la oblicuidad de la luz en el rostro.

Canción del marinero borracho

Hacia la izquierda salió el sol entonces:

Del mismo mar surgía.

Y brilló con luz viva y luego, hacia la diestra,

En el mar volvió a hundirse.

Coleridge

De la vieja chabola irlandesa ¡Qué vamos a hacer con el marinero borracho!

Este es el último barco en cruzar la quieta bahía

Sin niebla

Cuando la cárdena luz que alumbra la cordillera

Se marcha más allá del horizonte

En un barco a vapor sin lista de tripulación

Con el marinero capitán  de pie sobre la cubierta

Comprobando a simple oteo si aún existen las sirenas que vio Ulises

¡Nada, nada! sólo las olas esmeraldas mi capitán

Grita el más sobrio de los marineros

Que tenía los ojos propios

De un náufrago a la deriva

Aferrado a un mástil lleno de sal

Y algas que comían con los peces pescados

Que atravesaban con el arpón del hambre

Y del mar inmenso e ingobernable.

¡Qué vamos a hacer con el marinero borracho!

Cantaba la tripulación entre sorbos de destilado

Resueltos, con la proa enfrentando las olas del west

Sobre las aguas donde las corrientes se unen y salta la albacora

Frente a Chile, mar adentro, en el Pacífico sur,

Albacoras espadas en ristre frente al arpón

Que de roja sangre tiñen el agua y la embarcación

Desechando ellos, los marineros, la espada que queda

Con el sello de la quiebra y la mala fortuna

En una lucha de códigos de navegación

Que en la sangre de sus venas corre con soñada muerte de alcohol

Regresando a puerto inquietos y salvajes de otra sed

Con mujeres hermoseadas que esperan y mienten

Apenas ellos los marineros regresan a la mar

Tal cual en otros puertos otros ojos

Ven al mundo por primera vez.

¡Qué vamos a hacer con el marinero borracho!

Que otra vez zarpa sin autorización

De la Gobernación Marítima de este Estado hacia la línea

Distante ocho kilómetros del ojo al horizonte

Donde los hijos de la puesta de sol mueren de amor

Y crecidos ya cuales arbustos salinos

Bajo el sol espléndido y oblicuo de su luz al atardecer

Miran hacia las cavernas de los zorros

En las praderas ocres a espaldas del mar

Y juran a la eternidad de las olas

Un amor como el de Dafnis y Cloe

Pastoreando sus voluntades de hierba nueva

Lejos de la rompiente y de los muelles del puerto

Como sueña el vigía de esta nave que atraviesa

El golfo de sus propias penas marinas

Siempre pensando en la bebida y en la tempestuosa furia de las aguas

En su inolvidable travesía por el convulso Estrecho de Magallanes.

¡Qué vamos a hacer con el marinero borracho!

¡Los Andes, Los Andes! gritan los desembarcados mientras recogen

A orillas de la gran madre oceánica

Moluscos desde antes depositados por la marea

En los cerros fósiles que fueron una vez bajo el mar

Metros arriba del nivel que hoy ocupa

Donde bebíamos todo el día y moríamos

Con el plexo hacia el sol

Heredando a las descendencias todo aquello

Que insiste en quimeras, navegaciones y mares que no existen

La leyenda, mientras respiro en un puerto subtropical

Donde los que llegan ya se van

Hacia los cerros de la infamia

Para desde lo alto observar los barcos y oír la voz que dice

¡Qué vamos a hacer con el marinero borracho!

Aquel que cantaba canciones irlandesas

Sin movernos de nuestras mesas en el mar.

¡Qué haremos con él!

Ahora en su barca cruzando Gibraltar

Recordando que la tierra fue plana

Que las aguas no caen al Hades

Vociferando ¡no teman caballeros andantes!

Que todo es más justo allá

Con una mirada curva puesta en el norte del Brasil

Donde el sol diviniza a la selva

Y el hombre se rige con la sabiduría cosmogónica

Del bien morir, como estrellas que se apagan

Plenas de vida y luz hacia el interior

Alumbrando la memoria de quien navegó

Y circunnavegó las bucaneras islas de la caña y el ron

Con la voluntad y valentía propia

De este hombre de mar en sus últimos instantes

Que en silencio murmura aquella vieja canción que dice

¡Qué vamos a hacer con el marinero borracho!

¡Qué haremos con él!

Anciano delirante que oteas el horizonte

Desde las rocas lisas frente al mar

Todo es mentira o imaginación

Viejo, solo, pobre y enfermo

Con una rama de cochayuyo en sus manos temblorosas

Preparando el espinel inmediato de los días

Triste, solitario y final

Elevando plegarias de susurros a alguien que no vemos

Y que de muy cerca habláis en medio de la niebla

De la vaguada costera lejos del sol

Que sintetiza el fenómeno neurológico

De ser una pestaña en el ojo del horizonte

Que trae barcos y especias de otros continentes

Con la nostalgia y el recuerdo nítido

De un amor en las sombras del corazón

Una línea negra que lo parte en dos.

¡Qué vamos a hacer con el marinero borracho!

Aquel trastornado que se fue con un pañuelo blanco en el alma

Hacia un cielo que sí existe

En el agnosticismo de la voluntad

Un lugar señalado y varias veces antes señalado

En la historia simple de los hechos

La luz del relámpago o de la luciérnaga

Contra la evidencia de ser

Un petroglifo en la memoria original

Que recuerda elementos que existieron

Y que volverán a existir mediante el ojo y el buen corazón.