ADALBERTO ORTIZ ( 1914, Esmeralda) agosto 4, 2010
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ADALBERTO ORTIZ ( 1914, Esmeralda)
1
Sinfonía Bárbara
Se escucha un retumbar trepidar
sobre el gran tambor del mundo:
¡bómbom-búmbum!
¡bómbom-búmbum!
¡bómbom-búmbum!
Trajeron los mandingas candombe y calabó,
rugieron los tantanes en tierras de colón:
la conga, la bamba, la rumba, la bomba
y sus fuerzas telúricas en sombra.
Aé- airó
aé- airó
Ecos salvajes de africana tempestad.
Condensación de un gran espíritu bantú
Aé-ajujú
aé- ajujú
Y el bombo, rebombo, retumba
Engendros horrorosos de tótem y tabú.
¡Oh, dioses primitivos de madera y de marfil!
¡Máscaras de brujos de impulso vegetal
ofician los rituales con hálito viril
y hay lúbricas faenas la noche de San Juan!
Macumba, macumbero, macumbá.
macumba, macumbero, macumbá.
Por las copas rijosas de las palmas,
bajo el polvo tranquilo de la estrella,
se clava liturgia de Oxalá.
Y el bombo, rebombo, retumba.
Danza guerrera vino,
danza guerrera va
Kombumá- candombé- kombumá.
kombumá- candombé- kombumá.
Uá-uá.
Danza guerrera llegó,
danza guerrera que fue
danza guerrera quedó.
Y la lanza que se hunde
y la rabia que se funde,
en nosotros está,
en nosotros irá
Y el bombo, rebombo, retumba.
No amarrados como árboles,
cólo sueltos como pájaros.
En nuestras muñecas nunca más.
Antes que hierro,
primero muertos.
Canto guerrero que fue,
canto guerrero quedó.
Kombumá, candombe, Kombumá.
Uá-uá- uá.
Y el bombo, rebombo, retumba.
2
Escorzo
A veces soy un idealista y romántico:
-La amistad me parece un asunto respetable-
me gustaría creer en la bondad humana,
olvidarme de los viles que me deben satisfacciones,
creer en las cosas ocultas entre el cielo y la tierra,
en el átomo simiente,
en todos los textos de conjuro,
en los duendes, en los hados,
también en la justicia inmanentote,
y en que “este es el mejor de los mundos posibles”,
aunque nunca tengamos la camisa del hombre feliz
y hoy me sienta hipocondríaco.
Otra veces, sobre todo,
prefiere desconfiar del homo sapiens
y su mala levadura, y pensar con desencanto
que cuando viaje no encontraré puerto alguno
y que en realidad no existen destino, fortuna ni penaciones.
Juzgar que el mundo no está bien organizado debajo del sol
y que debiera ser removido y escardado
para que del surco brote un grano de trigo y una flor.
Y cuando estoy a solas, hay una voz que me dice
con un susurro de agua:
Adalberto,
es inútil escribir algo en el camino,
tan inútil como colgar un racimo de pájaros muertos
en la ceja de una ventana,
porque seguramente, después de tu partida,
sobre un infolio apolillado
un novato escribiente del Registro
tendrá que preguntarse:
¿Quién habrá sido este sujeto?
Muchsiimas gracias por «Sinfonía Bárbara».
Lei en el escuela secondaria.
Se me olvide el titulo asi que dure muchos anos tratando encontrarlo otra
vez.